Relámpagos que nutren

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Walking Mountains
Relámpagos

La ensalada en tu plato puede que exista gracias a una tormenta eléctrica. Mucha gente desconfía de los rayos como fenómeno natural. Un excursionista podría preocuparse por las nubes oscuras durante su excursión o un niño podría asustarse al oír el fuerte estruendo de una tormenta por primera vez. Sin embargo, muchas plantas, desde tu jardín hasta el bosque, esperan los rayos para alcanzar su máximo potencial de crecimiento.

Los rayos poseen asociaciones históricas que reflejan las actitudes actuales y la comprensión científica de su impacto en los ecosistemas. Quizás la representación más famosa sea la del dios griego Zeus, quien blandía los rayos como símbolo de poder y autoridad. Las civilizaciones antiguas no comprendían la mecánica de los rayos, pero los asociaban con el poder de las deidades y reconocían que los rayos y la lluvia propiciaban la fertilidad de la tierra.

Hoy en día, muchos siguen maravillados ante los rayos aunque continúan infundiendo temor a través de su fuerza destructiva que nos recuerda que la naturaleza está fuera de nuestro control. Según nuestro conocimiento científico actual, sabemos que los rayos poseen un gran poder, pero en un contexto ligeramente diferente.

Zeus

Representación de un rayo y de Zeus en la antigua Grecia. 📷 Licencia de Adobe Stock

 

Cómo se forma un rayo 

Para comprender el poder de un rayo, primero debemos saber cómo se forma. Un rayo se produce cuando se acumula y descarga electricidad estática, de forma similar a cuando frotas un globo contra tu cabello. Los electrones (partículas con carga negativa) se transfieren del cabello al globo, dejando este con carga negativa y el cabello con carga positiva, lo que provoca que se erice. De manera similar, un rayo se forma cuando partículas de hielo y agua chocan en una nube de tormenta. Los electrones se separan y dejan la base de la nube con carga negativa, mientras que la parte superior queda con carga positiva. La principal diferencia radica en la liberación de la energía acumulada. Con el globo, si la carga es lo suficientemente fuerte, puedes sentir una leve descarga al liberarse la electricidad estática. En cambio, cuando la energía se acumula dentro de una nube de tormenta, se libera a través de un rayo que cae de la nube al suelo.

El rayo y la fijación de nitrógeno

Esta liberación de energía no solo equilibra la carga eléctrica de la nube, sino que también descompone las moléculas de nitrógeno en la atmósfera. Aproximadamente el 78 % de la atmósfera terrestre está compuesta de nitrógeno gaseoso, una forma que las plantas no pueden utilizar. Cuando una nube libera un rayo, el calor y la energía descomponen el nitrógeno atmosférico. Esto le permite combinarse con el oxígeno para formar compuestos nitrogenados, que son transportados por la lluvia. Este proceso, llamado fijación de nitrógeno, transforma el nitrógeno gaseoso en compuestos que las plantas pueden utilizar. En promedio, los rayos fijan entre 3 y 10 teragramos de nitrógeno al año en la Tierra. ¡Eso equivale al peso de más de medio millón de elefantes! Al convertir el nitrógeno atmosférico en nutrientes para las plantas, los rayos desempeñan un papel vital en el mantenimiento de los ecosistemas y el crecimiento agrícola.

Truenos

Los rayos fijan el nitrógeno atmosférico descomponiéndolo en óxidos nitrosos que las plantas pueden utilizar. 📷 Licencia de Adobe Stock

 

El contexto general

Esta conversión del nitrógeno atmosférico en una forma utilizable es vital para los productores en la cadena alimentaria, el crecimiento de las plantas y la estabilidad del ecosistema. El ciclo del nitrógeno es el movimiento de este elemento a través de la atmósfera, el suelo y los organismos vivos. Cuando las plantas absorben el nitrógeno fijado, lo transfieren a los animales que las consumen. Al morir estas plantas y animales, los descomponedores, como los hongos, los degradan y devuelven el nitrógeno al suelo. Sin los rayos, las plantas no tendrían el nitrógeno necesario para su crecimiento, y plantas y animales no tendrían suficiente alimento. De esta manera, los rayos nos recuerdan de forma impactante la interconexión de los procesos terrestres y las maneras, a veces ocultas, en que la naturaleza mantiene el equilibrio. Así que, la próxima vez que comas una ensalada, ¡dale las gracias a las tormentas eléctricas!

 


Piper Cobak es la naturalista principal en Walking Mountains.

 

 

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